Sombras
tenebrosas, abismos necesarios, ciudades con espíritus tristes y
sentimientos apaleados. Este libro nos lleva a dilucidar la importancia
como generación. O si estamos actuando bien o estas generaciones de la informática están
perdidas. O si se están despercudiendo del marasmo tecnológico. He aquí una invitación
necesaria para estos 30 millones de seres humanos peruanos que no saben
hacia dónde van. Pero van...
Como diría Héctor
Ñaupari estos jóvenes vates son balas del futuro, como Demian de Hesse es que están
rompiendo el huevo creativo de la poesía o de una nueva realidad ontológica o
vital. Lo informativo o lo natural. Orwell no se equivocó sobre su apreciación
futurista cuando de esta época nos hablaba. Por qué españoles y peruanos. Porque
es una época de globalización. Todos somos mestizos e irreverentes a nuestra
manera. Buscar un camino que los lleve a la felicidad. Algunos agoreros dirán
que el infierno de Dante esta aquí, otros en el paraíso cristiano. Yo creo
que esta generación está viviendo una ambigüedad sin parto. Hasta cuándo, no sé.
Solo ellos lo saben.
Estos poetas han
nacido entre 1989 y 1990. El soplo a lo desconocido es su condición
existencial. Así tenemos a Rafael Banegas que trata de cometer un deicidio
cuando versa "La herencia del padre". El matar a su ser querido
no es físico sino espiritual. Encontramos características símiles en la obra de
teatro cubano La noche de los asesinos.
Es decir, esa referencia a la búsqueda de sí mismo a pesar del afecto que
los une.
Edgar
Campos elucubra con vitalidad religiosa buscando un cristo putrefacto o desconcertado.
Es un despertar a la vida tormentosa. En cambio María Ferreira nos recrea con
versos citadinos: “(…) no me drogo, no bebo, no como, / joder, joder, deja que me distraiga un poco.”. La ironía de Alberto Guirao se anatematiza
en "Los perros nunca leen fábulas para perros". Versos matutinos, estudiantiles.
Posee una sensación de marea mañanera.
El poema de Rodrigo Olay es un poema a
Venecia. Como la Venecia de todos los momentos inolvidables curtidos con piel
de marino, de la misma forma Sara R. Gallardo y Arturo Sánchez escriben
mostrando un mundo industrial que nos imbeciliza. Es decir un mundo de plegaria
de libros que estrangulan los días y tratan de zafarse.
En el caso de los poetas peruanos, sus sentimientos son de ambición
y de regreso a lo natural y al dolor humano. Por eso Indira Anampa exclama
rebelde contra el maltrato y el abandono. Sebastián Aragón trabaja la palabra
como herramienta de vida. En cambio José Jiménez Cruz lo nombra cargado de
amor: “La nombraré amor y besaré su pecho / Cargado de amor y se eclipsará la
noche, (…)”. También es el caso de Fran Maza Salazar cuando dice: “Déjame
aunque sea, / beber de tus ríos (…)”. En Carlos Miranda Passalacqua y Érika
Nolasco encontramos como en los versos de “Matrioska”, rasgos sintomáticos.
También hallamos un regreso a la plantilla
adánica, a lo lujurioso y lo sensual. El amor como búsqueda de satisfacción terrena.
Podemos encontrar en Laura Rosales y Blanca Segura la mayor
cantidad de asombro. Empero identificada con la naturaleza. Finalmente Humberto
Solórzano exclama al payaso su inquietud de vivir y contra el tiempo.
En cuanto a estos 20 poetas españoles y
peruanos el vivir es una contradicción por vivir como asombro. Para mí todos
estos textos conforman una simbiosis de provocación, versos que usted lector degustará
a su parecer, pero con mucha capacidad de ambigüedad y de satisfacción.
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