miércoles, 6 de abril de 2011

EL CHALACO Y "EL CHOLOCO"

                                                                                      Por HUMBERTO PINEDO MENDOZA

Nuestra Provincia Constitucional tiene la virtud de recibir a los extranjeros de afuera (italianos, japoneses) como a los provincianos de adentro (piuranos, ancashinos, cajamarquinos) A pesar de la migración en el puerto el chalaco convive con su propia identidad cultural y social. (Museo rodante y no hay discriminación social). Como diria Juan Aguilar Derpich los provincianos llegan al Callao  muy taimados y no pueden imponer sus costumbres y así adquieran un nuevo status económico. Somos citadinos, irreverentes orgullosos de su pueblo.

“El Choloco”, aprende a ser guapo progresivamente. Preparan el cebiche a su manera. No logran que el huayno y la chicha reemplace  a la salsa. Por eso el culto sentimental a Héctor Lavoe. No me equivoquè hace 15 años cuando polemicè con el Historiador Quiroz Chueca sobre la puertoriquizacion musical del chalaco en todos los estratos. Hay que ver su identificación.

El chalaco es muy factual en su trato. Tiene  la universidad de la vida y el lenguaje de la supervivencia y la tradición. Los que viven en Carmen de la Legua y Ventanilla son emigrantes ambivalentes (ni provincianos ni chalacos).

Es el “choloco” que aprende a vivir con el Señor del Mar o con la Virgen del Carmen y es el màs ferviente devoto. La diferencia que hace Nello Marcos Sánchez del chalaco y del chalaquista es muy oportuno. El primero es espontáneo, el segundo promueve la identidad del chalaco y busca así asimilarse.

EL CHALACO ACTUAL Y EL EMERGENTE

El chalaco vive con su tradición. Se siente y comporta diferente al limeño. La Matancera, los valses, los boleros de la época de oro son los instrumentos vitales que los unen. Viven con un pasado sentimental lleno de valores. No es el bacancito de la esquina pero si el porteño guapo que incrimina al injusto como diría Miro Quezada Laos, en su Tratado sobre el Callao.

El Chalaco se incomoda contra algunas instituciones públicas y privadas que no colaboran en la formación de la chalaquitud.

Es decir son funcionarios improvisados. Mucho de los que trabajan en estas dependencias son “cholocos” que confunden guapeza con viveza y así tratan de asimilarse socialmente a nuestro medio.

Sobre la guapeza del chalaco y su caminar pausado con sarita y chalina de los comienzos del siglo XX  la actitud del chalaco actual que gusta del gorrito o sombrero hay una tremenda similitud sentimental. Por eso es muy importante el aporte del “choloco” es esta vorágine de asimilarse.

Otra diferencia entre el chalaco y el “choloco” es que el primero incide en la “arrechura social” en la buena acepción de la palabra, y el segundo es la guapeza por la supervivencia o el  resentimiento. Este siglo nos depara novedades en la formación de nuestro pueblo.

Publicado en “La Pluma del Callao” Octubre del 2003


Los chalacos  Luis Hernández, Juan Aguilar Derpich,  
                                       Hermilio Vega,  Nello Marcos Sánchez y Humberto Pinedo

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