jueves, 9 de abril de 2015

GLEBA- PRECURSORES LITERARIOS POR ANDREA COBAS

Resultado de imagen para GLEBA LITERARIAAunque Gleba literaria, Estación reunida y Hora Zero participan de un mismo clima
cultural, tienen programas estéticos afines y sus creaciones literarias son más o menos
homogéneas, los dos primeros grupos –que surgen hacia mediados de los 60– deben
pensarse como antecedentes de Hora Zero, colectivo que difunde sus manifiestos
inaugurales en 1970 y que es integrado por algunos poetas que con anterioridad
participaron en las revistas Gleba literaria y Estación reunida.
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El tríptico Gleba literaria, publicación del “movimiento rupturista” de igual nombre,
aparece por primera vez en 1965 y es gestionado por estudiantes de la Universidad
Nacional Federico Villarreal, creada en 1963, entre los que se encuentran Jorge Ovidio
Vega, Humberto Pinedo, Manuel Morales y Jorge Pimentel. Uno de los rasgos más
importantes del grupo –rasgo que retoman los horazerianos y que, unos años después,
será clave en su apuesta estética– reside en el carácter nacional del movimiento: los
poetas de Gleba literaria son, en su mayoría, jóvenes que viven en Lima, pero que provienen
de otras zonas geográficas del país. Los textos de Gleba literaria recuperan en su
materialidad la diversidad lingüística y étnica de sus autores y cuestionan, desde esa
práctica, la hegemonía que consideraban “elitista” y que provenía de los centros universitarios
más prestigiosos de Lima. Como declararían años más tarde en su tríptico
número 8, los de Gleba se piensan como “poetas en una sociedad en cambio”: apropiándose
de un tópico de larga tradición en el discurso de las vanguardias históricas, los
poetas de Gleba se autoconstruyen como los encargados de recuperar el proceso de
transformación social a través de la escritura –la cual, en un movimiento circular, es
concebida, además, como dinamizadora de ese cambio radical que representa en la
letra– (Cinco poetas en una sociedad de cambio, 1973). Poetas, pobres, migrantes, alumnos
de una universidad fundada apenas unos años antes, son los atributos que parecen
definir de un modo más acertado a los jóvenes que conforman la “gleba literaria”,
suerte de “terruño creativo” que fija un sentido de pertenencia en la escritura como
única patria común y en las prerrogativas de la literatura como único señor posible.4
















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