POR RAÚL ALLAIN
La septicemia cultural que
se generaliza en las realizaciones juveniles por medio del uso inadecuado de
nuestras oscuridades legales, medios de comunicación (masivos, auxiliares o
alternativos) y telecomunicación y al parecer el uso sustancias psicoactivas,
necesita una reformulación educacional constante que nos induzca a añadir
variable socioeducativas relacionadas a los procesos pedagógicos
latinoamericanos. La relación existente entre educación social y la Pedagogía
Social halla así mayor cimiento para que sus planteamientos vislumbren un mayor
conocimiento de nuestras circunstancias. La comunicación y la educación como
fenómenos de la práctica social revelan las posibilidades de la Comunicación
Social como fuente y herramienta para la educación liberadora.
Este proyecto socioeducativo
debe implicar casos de predominancia como la unión civil entre individuos del
mismo sexo, adecuada en las últimas semanas a “matrimonio encubierto”, argucia
que suma condiciones para el establecimiento de la perversión social
circundante. No debe considerarse una igualdad del matrimonio, ni incentivar
con esta consideración —en consecuencia— que los menores puedan declarar que
ostentan una condición que difícilmente pueden comprender integralmente, considerando
el factor psicológico. Con esta visión se ridiculiza la justificación, por situaciones
diversas (siendo la depresión la más recurrente), de
que un menor declare sobre su supuesta condición homosexual.
La posición natural sobre
la regulación de determinados campos electromagnéticos que surgirá cuando el uso
maquiavélico de instrumentos comunicativos y telecomunicativos se haga de
conocimiento popular poseería un carácter de reformulación mundial. La forma en
que la información se comunica bombardea perniciosamente la psiquis poblacional
y concretamente de los adolescentes, aprovechando la incertidumbre y curiosidad
imperante, para moldearlos a los fines del actual contexto social.
La principal causa es que
los ideales que desempeñan los medios de comunicación están más cercanos al
mundo que anhelan los jóvenes con visión inmediatista, al que algún día se
incorporarán. El individualismo del ganador, el dinero como criterio de éxito y
fracaso en la vida, el estatus social como único indicador de ser
alguien en esta vida. Esta imagen debiera difundirse con el mismo poderío que
sucesos de lejana importancia, pues solo consiguen producir psicopatías a
través una plasmación sin importancia y superficial.
Por otro lado, las sustancias
psicoactivas que son empleadas sin control y ninguna pretensión curativa y
médica debieran ser recurrentemente cuestionadas, pues la constante incurrencia
de estas drogas en el comportamiento de jóvenes demanda en consecuencia un
ineludible proceso de rehabilitación y reinserción social. Las instituciones
juveniles deberían cobrar presencia con respecto a estos padecimientos de la
sociedad y no lucrar pasiva y sistemáticamente por medio de propagandas que
incentivan el uso inadecuado de nuestros derechos en los medios
comunicacionales que subliminalmente conducen y alientan el uso de sustancias
psicoactivas como síntoma de la enfermedad de los jóvenes.
Se hace preponderante
reflexionar en torno al vínculo entre educación social y la pedagogía Social
para educar al ciudadano en su vida cotidiana hacia la comprensión crítica de
la información y los conocimientos que ellos proporcionan. Se reconocen los medios
de comunicación como agentes de socialización, lo cual los vincula directamente
con el proceso educativo y permite reconocer estos argumentos
teórico-educativos como especialmente válidos en la labor socioeducativa del
comunicador social, el cual desde la perspectiva analizada deviene en “el más
vil de los oficios”.
OBRA DEL GRAN MAESTRO JAPONES SHOZO OZAKI |
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